Para conseguirlo, Paco se tornó el espíritu reencarnado de la diosa Aglaya, sintiéndose como pez en el agua en cuantas fases artísticas y creativas se esperaban de él. Su gran inteligencia emocional y una especial sensibilidad para intuir los frutos esperados de un trabajo, lo llevaron a especializarse en encontrar y plasmar en lienzos las ilusiones de quienes así lo requerían, a la vez que compaginaba su inclinación empresarial de otra de sus grandes vocaciones, la hostelería. Con un legado bastante amplio por la cuales a día de hoy, puede entender a la perfección las necesidades de un sector cada vez más castigados por las inclemencias de la sociedad.